Elaboración Positiva del Duelo
Padre Arnaldo Pangrazzi
¿Cuáles son las características de un duelo normal o elaborado positivamente?
La elaboración de un duelo normal implica, en primer lugar, la aceptación de la pérdida. Esta es la etapa más difícil, sobre todo en circunstancias dramáticas cuando no hubo preparación a la muerte. Repentinamente una familia se encuentra sin el padre o la madre, sin el hermano o la hermana, sin el hijo o la hija, sin el nieto o la nieta. Tal vez un infarto, un accidente, un suicidio quita por medio una persona significativa y, con ello, se derrumban proyectos y sueños de vida. Es como si un terremoto destruyera en un instante una estructura de vida y de seguridad, una forma de ser, vivir o pensar. Muchas veces la respuesta a una tragedia inesperada se manifiesta en el rechazo de los demás, el aislamiento, la protesta contra Dios, los responsables de la muerte, la mala suerte. El reconciliarse con lo sucedido, el hacer las paces con el evento pide un difícil trabajo interior, sacar a la luz los recursos interiores, descubrir razones para seguir luchando, siempre contando con el afecto de los familiares y amigos que se quedan. Muchas personas nunca aceptan la muerte del ser querido y se quedan con sentimientos de amargura o depresión que les confinan en el pasado y les impiden de vivir. El camino de la aceptación es facilitado por una comunicación abierta, es decir, hay que darse tiempo para compartir las propias emociones con interlocutores que sepan acoger los desahogos y las lágrimas sin formular juicios o impedir los procesos del duelo. El dolor necesita atención y narración: en la medida que la herida encuentra expresión y canalización, se va poco a poco sanando y se recupera el deseo de ir adelante e involucrarse en la vida. Otro aspecto que ayuda hacia el camino de la aceptación es la capacidad de adaptarse a una vida cambiada, como por ejemplo el tener un trabajo o roles familiares o profesionales, el ir asumiendo papeles antes desempeñados por el difunto, el descubrir o desarrollar nuevas habilidades, el ganar confianza en sí mismo, el crecer en la autoestima. El camino de la aceptación requiere tiempo y está marcado por una variedad de factores y variables: la propia personalidad, la filosofía de vida, el ambiente familiar, los valores de referencia, los recursos espirituales y religiosos, las habilidades e intereses personales, el grado de madurez y autonomía, los aspectos prácticos y económicos que pueden facilitar o problematizar el manejo de una pérdida. El aspecto más significativo para sanar un duelo es la capacidad de la persona de saber re-involucrarse en la vida asumiendo compromisos familiares, sociales y religiosos, de poder canalizar el propio potencial donativo y afectivo hacia nuevas personas e instituciones. Quien sabe dar un nuevo sentido a la vida transformando el dolor en solidaridad hacia los demás, comprometiéndose en la familia, la parroquia, el voluntariado o causas sociales, ha encontrado la pista maestra para superar el dolor y continúa dando sentido a la vida por medio de la entrega a los demás. |