Si se trata de un problema complejo para los adultos, imagínese lo confuso que debe resultar para los niños. Sus mentes infantiles son naturalmente curiosas y probablemente van a plantearles preguntas a los adultos sin timidez alguna. Sin embargo, con algunos puede ser necesario invitarlos a compartir sus sentimientos.
Antes que nada, nunca se deben contar mentiras para proteger a los niños de la realidad. Este sistema sólo conduce a crear el potencial para un trauma posterior (y mayor) al descubrirse la verdad, como casi siempre sucede. De acuerdo con su edad, a los niños se les puede decir que la persona que Ud. ha perdido “tenía una enfermedad en la cabeza, la cual le provocaba tanta tristeza que ya no quiso seguir viviendo”. Es preciso alcanzar un equilibrio entre el no mostrar al suicida como una mala persona y el dejar muy en claro que su decisión fue incorrecta, de manera de enseñarle al niño sin lugar a dudas que el suicidio no constituye una acción aceptable. También es importante explicar que no todas las personas que se enferman o se sienten tristes van a morir por eso. Enséñeles a los niños que cuando alguien se enferma o está deprimido puede buscar ayuda – de doctores, amigos o de Ud. mismo – si ve que la necesita |